La AP puede detectar al anciano frágil y derivarlo

La detección de la fragilidad o del riesgo es el objetivo principal de la atención al anciano en primaria. Para ello, se requiere una anamnesis exhaustiva y encuestas sociosanitarias estructuradas de fácil manejo.

Santiago Rego Santander

24/03/2008

Ana Aguilera, especialista en Geriatría de la Unidad de Hospitalización Domiciliaria del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, de Santander, ha recordado a los médicos de familia la necesidad de una «mínima anamnesis y exploración física encaminada a detectar fragilidad, factores de riesgo y patologías prevalentes en el anciano», con motivo del Curso de Geriatría para Atención Primaria, que ha dirigido en el Colegio Oficial de Médicos de Cantabria.

Aguilera, que considera que Cantabria tiene un déficit en la atención geriátrica, al no haber ninguna unidad especializada en los hospitales de la red pública, ha incidido en que la atención primaria (AP) debe controlar a los ancianos sanos, sin patología crónica ni problemas de salud importantes, así como a los que tienen patología no invalidante y que requieren la misma actuación que un adulto. Pero los ancianos «frágiles o de alto riesgo» necesitan una valoración y atención especializada al margen de primaria.

Los exámenes periódicos de salud detectan patologías prevalentes y discapacitantes susceptibles de tratamiento por parte del médico de familia: HTA, incontinencia urinaria, deterioro cognitivo, caídas de repetición, déficit de visión y audición, Parkinson y alteraciones del movimiento, entre otras.

El problema viene cuando el médico de cabecera tiene en su consulta a los llamados «ancianos de riesgo o frágiles», o lo que es lo mismo, aquellos mayores que por su situación física, psíquica, funcional o social, se encuentran en un equilibrio inestable, y cuentan con posibilidades de acceder a una situación de dependencia o institucionalización. En estos casos el profesional de primaria ha de pedir ayuda al especialista en geriatría, ha precisado Aguilera.

Pluripatología
Y aunque es frecuente en este tipo de pacientes la pluripatología, lo cierto es que no deben abordarse los síntomas de forma asilada, sino en el contexto de la situación familiar, social y funcional del anciano, extremo que requerirá la realización de escalas de ayuda, a fin de conocer y cuantificar el grado y tipo de dependencia.

«La valoración mental incluye el estado afectivo y la evaluación del estado cognitivo, y la social está directamente ligada a la evaluación de la situación familiar, económica, ayudas sociales, vivienda, relaciones y amistades», ha resaltado Aguilera, para quien el paciente geriátrico es aquel que cumple dos o más de los siguientes criterios: tener más de 70 años, padecer una enfermedad física o mental de carácter invalidante, presentar pluripatología, y convivir con problemas sociales que afecten a su salud.

La directora del curso ha insistido en que el médico de familia junto con el personal de enfermería y el trabajador social forman un equipo multidisciplinar suficientemente capaz de diseñar un plan de actuación individualizado, que permitirá desde primaria el establecimiento de un tratamiento farmacológico, un programa de cuidados específicos y una indicación en cada caso de los recursos sociales de apoyo más adecuados.

Riesgo yatrogénico
El riesgo que existe de yatrogenia en el paciente anciano deriva, fundamentalmente, de la polifarmacia, pues los efectos secundarios de los fármacos son potencialmente más graves y más frecuentes en estos pacientes. «Es un riesgo real cuando está presente la polifarmacia a propósito de interacciones entre fármacos o efectos indeseados.

No obstante, la yatrogenia en el anciano también puede hacese presente a lo largo del proceso diagnóstico o con otras modalidades terapéuticas diferentes de los fármacos», ha añadido Ana Aguilera, que entre las recomendaciones a los médicos de familia se ha referido a tratar de restablecer la función perdida (física y mental) para retrasar la dependencia, tener en cuenta la figura del cuidador primario -para informar y formar de la situación del paciente-, y estar al tanto de los recursos sociosanitarios de apoyo.

Fuente: Diario Médico


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