Diego Gracia Guillén: »No se puede decir que la ciencia demuestra que el embrión es un ser humano desde el inicio»

18/04/2009 – Texto: Mar M. Louzao – Fotos: J. Vázquez / El Progreso (Lugo)

Tomó el relevo de Pedro Laín Entralgo al frente de la cátedra de Historia de la Medicina en la Universidad Complutense de Madrid y hoy en día Diego Gracia Guillén (Madrid 1941) es un referente en bioética a nivel internacional. Este viernes participó en el Curso de Especialista en Bioética que organiza el Colegio Médico de Lugo.

En medio de la polémica sobre la reforma de la Ley del Aborto, Diego Gracia Guillén habló en Lugo este viernes sobre el origen de la vida y el estatuto del embrión, dentro del curso de especialista en bioética que organiza el Colegio Médico de Lugo. Denosta el uso de la ciencia en la defensa de las creencias personales y confía más en la formación que en la legislación para afrontar el aborto, como confiesa en esta entrevista, cuya versión abreviada se publica este sábado en El Progreso.

¿Cómo puede ayudar la bioética al debate sobre el proyecto de la Ley del Aborto?
La función de la bioética es promover la responsabilidad y la promoción de los valores, entre los cuales, uno fundamental es el valor de la vida en general. El problema del aborto generalmente se discute a nivel jurídico. Se trata de saber si hay que ponerlo en el Código Penal de una manera o de otra. Es un problema más jurídico que ético. Cómo debe estar formulada la ley, en ética no es un tema que interese mucho, porque la función de la ética es promover el respeto, los valores y la formación de los valores. Yo no sé si va a variar mucho la situación por el hecho de que se penalice o no, o se pongan unos plazos u otros. Parece más fundamental, y creo que es lo que no se hace, es la promoción de la madurez y la responsabilidad de las personas en el manejo de la sexualidad. Las leyes penales contra el aborto no dejan de ser peculiares. ¿Cuántos abortos se hacen en España al año?. Más de 100.000 ¿Cuántos procesos penales hay por incumplimiento de la ley? Muy pocos. ¿Y en quién recaen? En las personas más débiles. Yo no creo que se vaya a arreglar con una ley. Creo que hay que arreglarlo mediante la promoción de la responsabilidad. Y ésa es la función de la ética. Los juristas, que discutan de Derecho, pero creo que hay una labor educativa distinta y necesaria, y si no, la ley va a servir de poco.

Pero, ¿qué implica esa responsabilidad?
Mayor formación, mayor madurez y que las personas sepan lo que se juegan cuando están ejerciendo la sexualidad. Uno debe ser responsable de sus actos.

¿Está la sexualidad frivolizada?
Puede estarlo. Desde luego un uso responsable de la sexualidad debería tener muy en cuenta los medios a fin de saber si quieren o no tener descendencia y si no, deberían poner los medios adecuados. Hay que ser más responsable en todas las cuestiones relacionadas con la procreación.

¿Que una persona de 16 años pueda abortar sin conocimiento de sus padres va en contra de esa responsabilidad?
Fíjese usted que los estudios que se han hecho sobre la evolución de la madurez moral en los adolescentes, la conclusión que han sacado es que la madurez moral se para en épocas muy tempranas, en torno a los 14 o 15 años. La mayor parte de las personas, no todas —las hay que siguen evolucionando—, pero una gran parte de las personas no van mucho más allá, siguen teniendo a lo largo de su vida los mismos criterios morales que cuando tenían 14 o 15 años. Yo no sé si es un problema de edad o de permitir y promoverla maduración moral de las personas. La mayor parte de las personas adultas no tienen una moralidad distinta a la que tienen muchos adolescentes de 16 años. Eso está comprobado. Tampoco sé por qué hay que exigir a las adolescentes de 16 años más de lo que se les exige a los adultos. El problema no está ahí, el problema está en la promoción de la responsabilidad, en la educación, en la maduración psicológica, que es lo que creo que no se hace.

¿Pero cómo se llega a esa maduración? ¿Desde la familia, la escuela?
Tiene que participar todo el mundo. Nosotros lo hacemos aquí, con los médicos, para que luego los médicos en su consulta hagan esa labor. Yo doy en Madrid un curso de Ética para la ciudadanía para profesores de enseñanza media, parar que luego ellos puedan enseñar esto.

En el debate del aborto han entrado científicos apoyando posturas a favor y en contra…
Yo creo que a veces los científicos se pasan. Cuando se dice que la ciencia demuestra que desde el primer momento un embrión es un ser humano, yo creo que eso no es verdad y la ciencia no puede decir nada ni a favor ni en contra. La ciencia sabe lo que sabe, utiliza las técnicas que tiene y nada más. Y la cuestión no es una cuestión científica, es ética. Lo que me parece absolutamente incorrecto es que unos señores se atribuyan unas prerrogativas que no tienen y que digan «nosotros como científicos». Eso es incorrecto y no se puede decir y esos señores están utilizando la ciencia de un modo que no es correcto. Están manipulando a la gente.

Hay un trasfondo religioso en esos casos..
Están al servicio de creencias, que a mí las creencias me parecen muy respetables, pero no se puede parapetarte detrás de la ciencia para defender esas creencias, y decir a la gente que esas creencias son las que tienen que generalizarse. Eso es una manipulación de la opinión pública absolutamente incorrecta.

Esas creencias se filtran también en las opiniones de científicos que mantienen que la homosexualidad es una enfermedad…
Eso se mantuvo, pero le puedo asegurar que cada vez es más minoritaria la parte de la medicina que lo considera así. En general, en medicina nadie acepta ya que la homosexualidad es una enfermedad. De hecho no está en los catálogos de enfermedades. Hay gente que lo piensa, y alude a razones que no son científicias ni médicas, pero es claro que esa opinión es muy minoritaria.

Otro de los grandes temas para la bioética es la eutanasia ¿Cuál es su postura al respecto?
La bioética tiene como fin madurar las decisiones, deliberar para tomar decisiones prudentes. La bioética no quiere imponer nada, sólo quiere ayudar a reflexionar y que la gente sea responsable de las decisiones que toma. La eutanasia siempre será un curso extremo y antes de ese curso siempre hay que poner otros cursos que son menos lesivos, como la promoción del trato más adecuado a las personas que están en la fase terminal de la vida, un mejor control de síntomas, porque la medicina el síntoma dolor no lo ha manejado muy bien. La frase que dicen tanto los paliativistas «cuando una persona dice que quiere morir lo que está diciendo es que quiere vivir de otra manera» es importante. La eutanasia, se vea como se vea, siempre tendrá que convertirse en la máxima excepción, y la excepción nunca debe ser convertida en regla. La regla tiene que ser intentar dignificar la situación terminal de los pacientes, controlar bien los síntomas y ayudarles a que esas fases finales de la vida las vivan del modo más digno posible. Esto arreglaría la mayor parte de las situaciones y ésa es nuestra obligación primera.

Cuando dice que la medicina no ha manejado bien el síntoma dolor, ¿a qué se refiere?
Quiere decir que la medicina clásica ha considerado que el dolor es un síntoma de que algo no va bien en el organismo del paciente; que, por lo tanto, si siegas el dolor ese síntoma de aviso no lo tienes. Y los médicos siempre han tenido una gran prevención a anular el síntoma dolor porque luego les puede despistar. Les puede hacer no ver cosas que están pasando. Si a eso añade usted que el tratamiento de ciertos dolores exige la utilización de fármacos que pueden crear hábito o toxicomanía, la prevención por parte de los médicos ha sido todavía mayor. Y si a eso añade usted que hemos estado viviendo en una cultura con unas creencias en las cuales el dolor para mucha gente tiene un componente religioso, redentor o positivo, tiene usted tres factores que han hecho que el dolor se haya tratado mal. Esto está cambiando. El cambio que se ha estado produciendo en las últimas décadas es muy importante. Pero hay que partir del hecho de que el dolor se ha tratado muy mal y a las personas que han estado en situación terminal se les ha hecho vivir en un puro ¡ay! Eso no es correcto. Está claro que si colocamos a estas personas en unas situaciones muy complicadas es lógico que digan que quieren que las ayuden a morir. Porque realmente lo que están diciendo es «no quiero vivir así». Esto está cambiando de tal manera que este tema está promoviendo poner en práctica medidas que están haciendo mucho más humano el paso por esas fases terminales y está teniendo un efecto positivo. La situación ideal sería aquella que los pacientse estuvieran tan bien tratados que la eutanasia no fuera necesaria. Y ésa es la obligación nuestra.

¿Y las situaciones en las que no se trata de una fase terminal?
Hay casos en los que no se trata de una enfermedad terminal. Por ejemplo, el caso de Sampedro. Pero estamos en lo mismo, el objetivo es tratar todos los síntomas. No sólo se trata del dolor físico. En cuidados paliativos se habla de una cosa que es el dolor total, que no es sólo físico: es psicológico, es familiar, es social, es espiritual. Y frente al dolor total la estrategia es el control total, de tal modo que en los equipos de cuidados paliativos no hay sólo médicos, sino que hay pastores, está la familia…. Se intenta que por todos los medios, la situación del paciente sea la más confortable, la más digna. Probablemente con esto no se van a resolver todos lo problemas y habrá gente que seguirá pidiendo la eutanasia, casos como los de Sampedro. Pero si esto fuera así, quedaría reducida a lo que tiene que quedar reducida, a una cosa marginal.

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