Cuando el médico no puede actuar éticamente

El síndrome del distrés moral se origina cuando el profesional no puede hacer lo que cree que es éticamente correcto por presiones del entorno en el que trabaja. Se trata de un creciente problema en el ámbito sanitario y para solucionarlo es necesario reconocerlo y hablar de ello y aumentar la formación en bioética.
G.S.S.
20/02/2009

El síndrome del distrés moral se origina por no poder actuar de acuerdo con lo que una persona cree que es éticamente apropiado

Maite Delgado, del Grupo de Bioética de la Semfyc, cree que parte del problema es que hemos pasado del paternalismo médico-paciente al paternalismo de la familia del enfermo, que a veces ponen al profesional entre la espada y la pared.

El síndrome del distrés moral se origina por no poder actuar de acuerdo con lo que una persona cree que es éticamente apropiado por obstáculos inherentes al supuesto que contempla. Esta patología fue descrita por primera vez en 1984 en un libro de ética para enfermeras. Posteriores investigadores focalizaron el problema en las experiencias de los profesionales sanitarios y concluyeron que los que sufrían distrés moral son los más reacios a interactuar con pacientes.

Según informa The New York Times, un reciente estudio muestra que el 15 por ciento de los profesionales sanitarios dejó su trabajo por sufrir este desorden psicológico, que puede surgir por la dificultad de adecuarse a los intereses de los pacientes debido a rígidas normas institucionales o a los familiares del enfermo.

Normalmente es más frecuente en las etapas terminales de los pacientes; en estos casos se crean situaciones en las que los profesionales deben optar por lo que creen que deberían hacer y lo que les piden los familiares. También es frecuente en la atención neonatal y se da entre los profesionales que atienden al bebé prematuro no viable. Otra fuente de distrés moral surge cuando la familia decide continuar con tratamientos fútiles para prolongar al máximo la vida del paciente.

Formación insuficiente
En ocasiones surge en el enfrentamiento de los profesionales sanitarios con situaciones límite, sobre todo cuando los recursos cognitivos aprendidos durante su formación profesional -con un fuerte énfasis en el razonamiento científico- no bastan para una correcta toma de decisiones, lo cual afecta a su desempeño como profesionales y puede provocar que se asuman posiciones defensivas.

Además de su aspecto profesional, los médicos tienen un lado humano, y las decisiones que toman en el trabajo pueden incidir en su vida privada.

Los dilemas éticos presentes en el trabajo pueden persistir de manera continua y reiterada y las exigencias pueden rebasar la capacidad del sujeto y éste puede verse incapaz de afrontarlas.

Entre los indicadores de este tipo de estrés están las emociones negativas (irritación, preocupación, tensión y depresión), los trastornos cognitivos reflejados en una disminución del rendimiento y los signos físicos a largo plazo, con afecciones psicosomáticas.

se trata de un creciente problema en los hospitales y los médicos y enfermeras se sienten atrapados por las demandas de administradores, compañías de seguros, abogados y familiares

Según The New York Times, se trata de un creciente problema en los hospitales y los médicos y enfermeras se sienten atrapados por las demandas de administradores, compañías de seguros, abogados y familiares de pacientes y «se ven forzados a adquirir compromisos acerca de lo que éstos creen que es mejor para los pacientes».

¿Qué pueden hacer estos profesionales? «Existen diferentes razones por las que un médico puede sentir que no es capaz de hacer lo que es éticamente apropiado», ha afirmado Ann Hamric, profesora de la Universidad de Virginia y que ha realizado un estudio sobre el distrés moral.

En su opinión, muchas de las causas que provocan el distrés moral provienen del entorno del trabajo donde se desenvuelven los profesionales.  «Los médicos sienten que los gestores de riesgos o los abogados les dicen qué es lo que deben y no deben hacer en la atención a sus pacientes y eso les afecta».

¿Cómo cambiar esto? «Para empezar, es necesario reconocer que se padece distrés moral y hablar de ello deliberadamente. De otro modo, no podremos reconocer el daño que produce. No podemos esperar que la gente trabaje en este tipo de escenario con tanta carga emocional y esperar que toleren amenazas a su integridad profesional».

Frecuentes en España
Según Maite Delgado, del Grupo de Bioética de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (Semfyc), los casos de distrés moral son muy frecuentes en España, sobre todo con médicos residentes, a pesar de que normalmente cuesta hablar de ellos. ¿Cuáles son los supuestos más típicos de distrés moral? «Por ejemplo, a pesar de que la Ley de Autonomía del Paciente deja claro que el paciente tiene derecho a recibir información veraz, a veces el médico no puede dar toda la información, sobre todo cuando hay malas noticias, porque lo quieren así los familiares del enfermo».

A su juicio, esto sucede en parte porque hemos pasado del paternalismo médico-paciente al paternalismo de la familia. «A veces se protege demasiado al enfermo para que no se enfrente a situaciones desagradables y eso dificulta las decisiones éticas de calado».
Además, se refirió a la ley de cuidados inversos, cuando el paciente recibe cuidados en proporción inversa a su necesidad. «Esa es una fuente clarísima de distrés emocional, ya que si no haces una visita domiciliaria porque crees que tu presencia es más necesaria en tu consulta te enfrentas a una reclamación. En esos casos no se atiende a quien más lo necesita». Estos supuestos pueden llevar al abandono del trabajo, ya que una de las consecuencias más típicas es el burnout. «No es fácil pensar en una solución porque cada caso es distinto, pero una mayor formación en bioética ayudaría bastante».

Un estudio realizado por la Facultad de Enfermería de la Universidad de Pennsylvania (Estados Unidos) concluyó que el 25 por ciento de las enfermeras de ese país experimentaron distrés moral, lo que les hizo querer abandonar su trabajo. Además, el 41 por ciento afirmaron no estar seguras de que volverían a elegir su profesión.

Fue uno de los primeros trabajos en investigar la relación entre la ética y el abandono del trabajo. Connie Ulrich, profesor de esa universidad, afirmó que el distrés moral derivaba en sentimientos de debilidad (32,5 por ciento), sensación de abrumación (34,7 por ciento), frustración (52,8 por ciento) y fatiga (40 por ciento).

Sentimientos de frustración, debilidad, abrumación y fatiga
El estudio mostró que cuando los profesionales sanitarios deseaban abandonar el trabajo era en gran parte por experimentar la citada patología y por no sentirse apoyados institucionalmente para lidiar con los problemas éticos de la profesión. Además, todo esto derivaba en una baja percepción de su profesión.

Los problemas relacionados con el distrés moral a los que se enfrentan los profesionales están relacionados con la protección de los derechos de los pacientes, el apoyo en la toma de decisiones en el final de su vida y una justa distribución de los recursos.

Según Ulrich, «los profesionales muchas veces sienten que no pueden proteger de forma adecuada los derechos de los pacientes y deben hacer un ejercicio de ponderación entre esta y otras cuestiones conflictivas».

La falta de respeto entre los compañeros de trabajo y de confianza ejerce también una fuerte influencia en la decisión de abandonar un trabajo. «Sólo el 58,3 por ciento de los encuestados consideraba que los profesionales sanitarios se respetaban mutuamente y únicamente el 55.4 por ciento cree que existe confianza entre los médicos y las enfermeras o trabajadores sociales», afirmó Ulrich.

Por otra parte, cerca de dos tercios de los profesionales encuestados afirmaron enfrentarse a conflictos éticos que escapaban de su control y cerca del 25 por ciento manifestaron que no habían recibido formación ética. El estudió concluyó que es muy difícil encontrar un clima de trabajo positivo y que se deberían invertir más fondos para la formación.


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