Pienso en mis pacientes. Salvador Martín Algarra, oncólogo(Carta al director ABC, 19-3-2008)

En las últimas horas la prensa ha informado profusamente sobre la situación médica de Chantal Sébire, una paciente francesa que padece un tumor muy raro, localizado en la base del cráneo, que le produce una importante deformidad facial y que le ocasiona mucho sufrimiento. La noticia que ha suscitado más atención ha sido la negativa de la Justicia francesa a su petición de suicidio con asistencia médica.

El impacto que esta noticia está teniendo es sin duda alguna impresionante. Al dramatismo de la petición de esta paciente se suma la sobrecogedora imagen de su deformidad facial, que hace sentir a cualquier lector con mínima sensibilidad, dolor, compasión, admiración y afecto.

Pienso por ello en la responsabilidad que tenemos los oncólogos en avanzar en el conocimiento, en investigar sin descanso para conseguir mejores técnicas diagnósticas y mejores tratamientos. Pienso a la vez en la necesidad que la sociedad tiene de que los médicos seamos más sagaces y entregados a la tarea de atender y cuidar a nuestros pacientes. Y por la imposibilidad física de llegar a la señora Chantal Sébire, pienso también en mis pacientes. En mis pacientes presentes y futuros, y más concretamente en aquellos pacientes con tumores infrecuentes, con enfermedades raras que acuden a la consulta buscando alivio y curación. Pienso -no se me van de la cabeza- en los pacientes con el diagnóstico concreto de estesioneuroblastoma. Una enfermedad en la que en el año 1992 se describió la supervivencia del 74 por ciento de los pacientes a los 5 años y del 60 por ciento a los 10 años, y en la que publicaciones médicas recientes describen supervivencias superiores a cinco años en la mitad de los enfermos con tumores avanzados o metastásicos que reciben tratamientos de cirugía, radioterapia y quimioterapia.

Salvador Martín Algarra, oncólogo

Fuente: ABC


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