Priorizar la atención médica en grandes catástrofes, ¿inevitable o reprobable?

Una lista elaborada por un grupo de médicos norteamericanos da una serie de recomendaciones para actuar de manera uniforme en caso de que ocurra una catástrofe y los recursos sean limitados. Los ancianos, los quemados con más de 60 años, los que padezcan traumas graves o un impedimento mental grave quedan relegados a un segundo plano.
Gonzalo de Santiago 13/05/2008
Los médicos saben que muchos pacientes que necesitan ayuda en una situación de emergencia o cuando suceda un desastre no la van a poder recibir. El gran dilema ético que se plantea es decidir a quién se deja morir. Un influyente grupo de médicos norteamericanos ha realizado una lista de recomendaciones sobre los pacientes que deberían ser tratados en último lugar cuando los recursos deban ser optimizados.

Entre éstos se encuentran los mayores de 85 años, los que sufren traumas severos -que podrían incluir lesiones de accidentes de tráfico o disparos-, los quemados graves de más de 60 años y los que padezcan un impedimento mental serio, que podría incluir el Alzheimer avanzado. Además, se incluyen personas con enfermedades crónicas graves, como afecciones cardiacas avanzadas, trastornos pulmonares o diabetes mal controladas.

La lista ha sido realizada por un grupo de especialistas provenientes de prestigiosas universidades, grupos médicos y organismos militares del Gobierno de Estados Unidos. El propósito es desarrollar un protocolo para hospitales «para que todo el mundo involucrado en una catástrofe actúe de la misma manera», ha señalado Asha Devereaux, especialista en atención crítica en San Diego y coordinadora de la idea. La intención es asegurarse de que los escasos recursos -incluidos ventiladores, fármacos y médicos y enfermeras- sean utilizados de manera uniforme y objetiva, señalan los autores del estudio.

Escasez de recursos
Estas pautas de actuación se publican en el último número de la revista Chest, editada por el Colegio Americano de Cirugía Torácica. «Si se plantea la necesidad de una atención de emergencia en masa, mucha gente con unas condiciones clínicas que son recuperables en condiciones normales podrían tener que renunciar a esas intervenciones debido a las deficiencias logísticas o de personal», señala el artículo. Más aún, este tipo de normas podrían excluir de la atención a los más pobres, que sufren desproporcionadamente a causa de enfermedades crónicas y discapacidades.

Carlos Álvarez, presidente de la Sociedad Española de Medicina de Catástrofes y Ayuda Humanitaria, señala que desgraciadamente estos estándares son necesarios en casos de emergencias en países subdesarrollados «y la ayuda se dirige al paciente que tiene más posibilidades de sobrevivir».

Álvarez, que se encuentra en misión humanitaria en Sudán, explica que la escasez de recursos hace que, por desgracia, deba optarse en muchos casos por descartar a enfermos. «Se da de comer antes a una mujer embarazada que a un anciano desnutrido y con pocas posibilidades de sobrevivir». De todas formas, precisa que hay que diferenciar la atención en situaciones de emergencia en los países subdesarrollados y los desarrollados, «en donde se dirige el esfuerzo hacia los pacientes más críticos».

Tomás Toranzo, vicepresidente de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias, encuentra éticamente reprobable este tipo de listas y, aunque prefiere no entrar en detalles por no conocer su contenido, cree que a priori no se puede excluir a nadie de la asistencia. En este sentido, explica que cuando sucede una catástrofe «se atiende al que más posibilidades tenga de sobrevivir y puede ser que ésta sea la persona de más edad».


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